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Niño pequeño durmiendo en una cama envuelto en ropa de cama colorida con dibujos de animales

Trastornos del sueño

La vida de los/las niños/as  está caracterizada por períodos de actividad y descanso. El  descanso tiene un papel fundamental, por lo que debe regularizarse y establecerse una rutina desde el nacimiento. La característica fundamental del sueño en la infancia es la disminución progresiva con la edad, pasando de unas 16 horas al día de sueño en el recién nacido, a aproximadamente 12 horas a los 3 años. Muchas familias afirman que sus hijos/as “duermen mal”, refiriéndose a que duermen pocas horas o se despiertan a menudo. Sin embargo, los problemas no deben relacionarse con la cantidad de sueño sino con su calidad.

Pasamos a ver de forma muy breve los trastornos del sueño y de forma más extensa dos muy comunes: las pesadillas y los terrores nocturnos.

  • Negarse a ir a dormir. El/la niño/a recurre a excusas y conductas de manipulación para retrasar el momento de irse a la cama.
  • Levantarse durante la noche. El objetivo suele ser dormir con la familia. La excusa suele ser “tener miedo”.
  • Sonambulismo. El/la niño/a, sin despertarse, se levanta de la cama y camina por su habitación o por el resto de la casa.
  • Insomnio. Dificultad para dormirse (llamado predormital) o despertarse por la noche y no poder volver a conciliar el sueño. Normalmente está causado por factores psicológicos como una rutina inadecuada, ansiedad, acontecimientos estresantes, entre otros.
  • Hipersomnia. El/la niño/a se duerme durante el día. Puede estar asociado al insomnio o a una alteración de los ritmos del sueño.
  • Otros. Encontramos trastornos menos frecuentes como la narcolepsia (crisis de sueño durante el día), somniloquia (hablar durante el sueño), enuresis u otras sit
  • uaciones que no permiten el correcto descanso. Sin embargo, los que más preocupa a las familias son las pesadillas y los terrores nocturnos, quizá por ser episodios más llamativos, lo cual no quiere decir que sean más preocupantes.

 

LAS PESADILLAS.

Madre consolando a su hijo por tener pesadillas.

Es una reacción de miedo a un sueño desagradable. Habitualmente se producen en la segunda mitad de la noche. El/la niño/a se despierta llorando o gritando, pero resulta fácil tranquilizarlo y hablar con él/ella. Suelen producirse en situaciones de ansiedad o miedo hacia una circunstancia concreta, tras haber visto imágenes violentas o de terror en la televisión, y desaparecen cuando se esfuma la causa que las provoca.

¿Qué podemos hacer?

  • Evitar las situaciones que produzcan miedo o ansiedad en el/la niño/a (programas de T. V, discusiones, amenazas…). Evitar el cansancio excesivo y el estrés.
  • Hablar durante el día con el/la niño/a de las pesadillas con naturalidad, preguntándole qué le preocupa y qué situación le está trastornando.
  • A menudo es un problema leve y ocasional, pero si persisten en el tiempo podemos consultar con el pediatra.

 

LOS TERRORES NOCTURNOS

Los terrores nocturnos, típicos de los/las pequeños/as, se producen en la fase no REM del sueño, es decir, en la primera mitad de la noche (sueño profundo). Van acompañados de gritos, ansiedad, taquicardia y sudoración. El/la niño/a está desorientado, confuso y es incapaz de verbalizar lo que le sucede. Se desconoce la causa, pero se cree que podrían estar relacionados con la fiebre, la ansiedad o periodos de tensión emocional.

¿Qué podemos hacer?

  • Durante el episodio no debemos despertarle sino esperar con calma a que pase. Si se despierta de forma espontánea, se mostrará confuso y desorientado. Probablemente no recuerde nada al día siguiente.
  • Debemos consultar con el pediatra si los episodios son muy frecuentes o si van acompañados de otros síntomas (inapetencia, ansiedad, tristeza…).
  • En general, podemos decir que para evitar cualquier trastorno del sueño es recomendable establecer una rutina estable desde el primer momento.

Algunos consejos útiles son:

  • Evitar la actividad excesiva, las riñas y cualquier situación que pueda afectar al niño antes de dormir.
  • Hacer del momento de irse a dormir una situación agradable y relajante: contar un cuento, cantar una canción. Los/las niños deben saber que todo seguirá bien mientras él/ella duerme 
  • Si el/la niño/a rechaza ir a acostarse, un miembro de la familia puede quedarse con él/ella un rato, acortando cada vez más la estancia en la habitación.
  • Ser firmes en el mantenimiento del horario y las normas.
  • Procurar que el/la niño/a duerma las horas suficientes.
  • Si establecemos una rutina adecuada de sueño y descanso desde el principio, nos evitaremos bastantes problemas más adelante. El gran beneficiado será el/la niño/a y en consecuencia, su familia.

No obstante, toda la familia puede colaborar y establecer alguna rutina específica para cada niño/a, si esta funciona, comentar con el resto de la Escuela Infantil Bilingüe en Burgos.

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