Daniel Goleman, pionero de los estudios sobre Inteligencia Emocional, la define como la capacidad para reconocer los sentimientos y asimilarlos, y para modificar nuestro estado de ánimo y el de los demás.
Es decir, que la inteligencia emocional nos ayuda a construir relaciones sólidas, a tomar decisiones correctas y a afrontar situaciones difíciles de manera eficaz. Los factores que la constituyen pueden trabajarse y desarrollarse:
- Conocer las propias emociones
- Entender las emociones de los demás
- Gestionar las emociones
- Utilizar las habilidades sociales para relacionarnos con los demás
INTELIGENCIA EMOCIONAL EN LOS/LAS NIÑOS/AS
Al igual que sucede con el resto de aprendizajes, la forma de manejar las emociones determinará la forma de afrontar la vida.
- Educar en la inteligencia emocional servirá a los/las niños/as para:
- Reconocer las emociones y saber gestionarlas
- Desarrollar la tolerancia a la frustración
- Prevenir conflictos interpersonales
- Adoptar una actitud positiva ante la vida
Desde edades tempranas podemos trabajar con los/las niños/as los componentes de la inteligencia emocional, adaptándonos a su nivel de comprensión y de lenguaje:
- Las emociones. El primer paso es identificar y nombrar las emociones, desarrollar un vocabulario emocional: “estoy enfadado, estoy contento, tengo miedo…”.
- Los pensamientos y conductas. El pensamiento puede transformarse en positivo y constructivo si aprendemos a modificarlo, y en consecuencia, las acciones posteriores. Controlar las emociones y los pensamientos quiere decir frenar la impulsividad.
- La autoaceptación. Es primordial que los/las niños/as desarrollen una aceptación incondicional de sí mismos y de los demás. Las figuras de referencia tenemos un papel protagonista.
- La solución de problemas. Desde una edad temprana es bueno que los/las niños/as sepan que existen distintos tipos de situaciones y que cada una exigirá respuestas diferentes. Todo ello les enseñará a tomar decisiones poco a poco, comenzando por resolver situaciones cotidianas sencillas.
- Las relaciones interpersonales. Se basan en el autocontrol y la empatía.
ASPECTOS RELACIONADOS
LA AUTOESTIMA. Los primeros años de vida son fundamentales para que el/la niño/a adquiera seguridad en sí mismo, para que aprenda a autovalorarse y verse capaz de superar cada reto. Nuestra actitud y la valoración que hagamos sobre él y sus actos tienen un papel fundamental en este logro.
AFECTO Y DISCIPLINA. Los/las niños/as que crecen rodeados de afecto, comunicación y disciplina tendrán asentadas las bases emocionales necesarias para afrontar su vida de forma equilibrada.
Mostrar afecto a los/las niños/as refuerza su autoestima y desarrolla su capacidad afectiva. Además, necesitan unas normas de convivencia y de comportamiento, siempre dentro de un marco de disciplina estable que les de seguridad. Las familias procuraremos que vaya construyendo una escala de valores que les permita distinguir lo que está bien y lo que no. En todo momento debe existir una línea clara y coherente a seguir por las personas que conviven con el/la niño/a..
PEDAGOGÍA POSITIVA. Utilizar la pedagogía positiva implica prestar atención al/la niño/a, valorar cada pequeño logro, escucharle y motivarle, reflexionando sobre si las expectativas que tenemos sobre él/ella son adecuadas, razonables y equilibradas.
Hay que cuidar las expresiones, tono de voz y vocabulario al reñir al/la niño/a. Resulta mucho más efectivo alentar lo positivo que recriminar lo negativo que queremos eliminar de la conducta de nuestros/as hijos/as. Sirven frases como:
- “Sé que eres capaz de ordenar…”. El/la niño/a piensa “soy ordenado”
- “Noto que cada día vas mejor en…”, produce ganas de serlo
- “Si necesitas ayuda, pídemela”, seguridad, confianza
Este instrumento tendrá efectos sorprendentes al comprobar la buena imagen de sí mismo que va construyendo el niño, y la motivación de mejora y superación que le estamos inculcando.